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Apuntes sobre la variedad lingüística asturleonesa. ¿Dialecto o idioma?

16 de Enero de 2020

El asturleonés es un dialecto histórico1​2​ del latín vulgar tardío, que ha dado lugar a un conjunto de hablas locales y regionales que divergen con el castellano estándar en una serie de rasgos y que se conocen según la región bajo diversas denominaciones. Algunas de éstas incluyen asturiano, leonés, mirandés o bable; asimismo, tradicionalmente cada zona o región ha utilizado un localismo para referirse a la variedad lingüística local hablada en ella, con lo que podemos encontrar diferentes denominaciones, tales como cabreirés, senabrés, berciano, patsuezo, pixueto, etc.3 Así pues, se entiende por asturleonés, en la actualidad, un conjunto de dialectos arcaizantes que tienen su origen en las hablas tradicionales del Reino de León, las cuales proceden del latín vulgar o hispanorromance hablado en esa región.

Dado el enorme parentesco del asturleonés con otros dialectos históricos latinos limítrofes, como el gallego o el castellano, y dada la influencia de este último como variedad de prestigio expansiva, el romance castellano terminó predominando sobre el asturleonés en un estadío temprano de desarrollo y consolidación de las lenguas romances como sistemas gramaticales, fonéticos y léxicos claramente separados del latín (siglos XIII al XV). Ello impidió que el asturleonés llegara a desarrollarse como lengua diferenciada, es decir, en el momento en que comienzan a escribirse de manera sistemática las lenguas romances ya como algo distinto del latín, el asturleonés careció de la suficiente unidad y consistencia propia como para ser diferenciada y reconocida como un idioma a parte;4​567

Dicho de otro modo, no era lo bastante diferente con respecto al castellano y el gallego para que se lo considerara como algo separado: se lo veía ora como habla de transición entre estos dos, ora como variedad regional de una misma lengua romance junto con el castellano y navarroaragonés. Incluso, si nos remontamos más atrás en el tiempo, podemos ver que todas las variedades romances que se hablaban en la península e incluso puede que más allá de los pirineos eran sentidas por sus hablantes como parte de un mismo idioma. Debemos imaginarnos que para las gentes de la España del siglo XIII no había idiomas regionales claramente definidos, sino dialectos de una lengua rústica latina que había evolucionado tanto que se diferenciaba ya en el habla, y cada vez más en la escritura, del propio latín, hasta el punto de no llegar a poderse comprender la sintaxis latina si no se estudiaba en centros educativos y seminarios. Esta lengua rústica o vulgar romana ibérica era vista por tanto como un todo. Con lo cual, si el asturleonés y el castellano eran dialectos de algo, lo eran de ese todo, que los lingüístas han venido a llamar "iberorromance" o "hispanorromance". El hecho de que tendiese a predominar un determinado dialecto de iberorromance para la prosa, el castellano, y otro para la poesía y lírica cultas en lengua no latina, el gallego, sobre los otros dialectos históricos circundantes (asturleonés y navarroaragonés), hizo que éstos fueran quedando relegados a un ámbito meramente familiar, doméstico y cotidiano, sin expresión escrita, y no llegaran a desarrollarse como idiomas a parte o lo hicieran con un vocabulario propio distintivo muy limitado (que es exactamente lo que le sucede hoy a gran parte de la fabla altoaragonesa, con excepciones más divergentes y "puras" como el belsetán, tensino y benasqués, y al bable).8

A continuación compartiremos un texto conservado en esa habla vulgar o rústica latina, la Nodicia de kesos, aparecida en el reino de León a finales del siglo X d.C., datada más en concreto entre los años 974 y 980:

(Christus) Nodicia de kesos que espisit frater Semeno: In Labore de fratres In ilo bacelare de cirka Sancte Iuste, kesos V; In ilo alio de apate, II kesos; en que[e] puseron ogano, kesos IIII; In ilo de Kastrelo, I; In Ila uinia maIore, II; que lebaron en fosado, II, ad ila tore; que baron a Cegia, II, quando la taliaron Ila mesa; II que lebaron LeIone; II ...s...en u...re... ...que.... / ...c... / ...e...u... ...alio (?) ... ... ... g...Uane Ece; alio ke leba de sopbrino de Gomi de do...a...; IIII que espiseron quando Ilo rege uenit ad Rocola; I qua Salbatore Ibi uenit.

Traducción en castellano actual:

Relación de los quesos que gastó el hermano Jimeno: En el trabajo de los frailes, en el viñedo (bacillar) cerca de San Justo, cinco quesos. En el otro del abad, dos quesos. En el que pusieron este año, cuatro quesos. En el de Castrillo, uno. En la viña mayor, dos. Que llevaron en fonsado a la torre, dos. Que llevaron a Cea cuando cortaron la mesa, dos. Dos que llevaron a León. [...] Otro que lleva el sobrino de Gomi. Cuatro que gastaron cuando el rey vino a Rozuela. Uno cuando Salvador vino aquí.

Manuscrito original de la Nodicia de kesos. Escrita en latín vulgar arromanzado, en el Monasterio de San Justo y San Pastor, la Rozuela, en torno al 974~980 d.C.

Podemos ver claramente a través de este texto cómo hacia el siglo XI la lengua vulgar o protorromance hispano casi no se diferenciaba de una especie de latín con corrupciones, italianizado, de gramática simplificada, algo así como una especie de italiano arcaico. Vemos aún en ella claras influencias de la conjugación, morfología y orden de oración o sintaxis latinas, pero en un estilo de gramática con muchas preposiciones y poca declinación, por ejemplo para el genitivo ("de fratres" en vez de "fratrum" para decir "de los frailes"; "de kesos" en lugar de "casiorum", para decir "de quesos"), sobreabuso de demostrativos, que adquieren con frecuencia un valor semántico equivalente al de nuestros actuales artículos, inexistentes en latín ("In ilo bacelare" para "en el bacillar", "in ilo alio" para "en el otro");

caída de consonantes dobles ("ilo" en lugar de "illud" para "el", "lo", "aquel" y "aquello", "ogano" en lugar de "hoc anno" para "este año" / "hogaño"), confusión "b" / "v" intervocálicas, anteposición por metátesis de la primera vocal de diptongos postconsonánticos ("casium" > "caisum" > "caesum" > "keso", "posuerunt" > "pouserunt" > "puseron"), simplificación de terminaciones con apertura vocálica final (qui > que) y caída de nasal como marca de acusativo, que ya se daba en latín vulgar en época tardorromana, lo que unifica los casos acusativo, dativo y ablativo de la declinación, y nominativo singular de la primera declinación, en una misma forma polivalente ("in ila vinia" en lugar de "in illam vineam", convergiendo con "ad Rocola", o con "levaron LeIone" para "llevaron a León"), o caída de -t final post-nasal ("lebaron" en lugar de "levarunt" para llevaron, "taliaron" en lugar de "taliarunt" para tajaron), diptongación de hiatos ("vinia" por "vinea" para viña) y confusión de grupos "io" y "gio", formándose un único sonido consonántico palatal representando con "i" mayúscula (Legione > LeIone, Maiore > MaIore).

Dicho de otro modo: se está formando el romance, pero aún hay conciencia de que es una variedad vulgar y de andar por casa de latín, y como tal se usa (para una insignificante anotación garabateada de quesos). Y por supuesto, cualquier diferencia regional de habla que pueda haber aún en el ámbito de la península son sólo diferencias de acento, no lenguas a parte. En este contexto se dan la mayoría de registros escritos conservados del dialecto latino leonés, en forma de vulgarismos, errores ortográficos y malas pronunciaciones que ocasionalmente se cuelan en textos administrativos, jurídicos y notariales latinos, arromanzándolos.

La falta de normalización y de uso literario del asturleonés más allá del latín

Fuero Juzgo, escrito en romance leonés, traducido a éste en el año 1235. Difícilmente pueden apreciarse en él muy pocas diferencias con el castellano antiguo, siendo por tanto ambos dialectos de un mismo superconjunto, al cual llamaremos romance español antiguo.

Esto se materializa en la práctica en que cuando comienza a existir conciencia de que el romance y el latín son cosas ya diferentes, porque no se entienden entre sí sin estudio previo, y comienzan a surgir los primeros escritos en lengua romance separada del latín, a comienzos del siglo XIII, lo único que tendremos en romance asturleonés son una serie de escritos notariales y jurídicos que muestran ciertos rasgos lingüísticos en común ora con el gallego, ora con el castellano, y ora intermedios entre uno y otro, según de donde proviniese quien los redactara. La abundancia de estos escritos en romance leonés no castellano ni gallego, por otro lado es escasa, y son pocas las diferencias que se pueden apreciar en ellos con respecto al castellano antiguo (como "ye" en lugar de "es", "fruito", "muito", "feziemos" en lugar de "fizimos", etc.). Más abundante aún es la existencia de escritos castellanos salpicados de leonesismos, como uno de los manuscritos conservados del Libro de Alexandre, de Gonzalo de Berceo (compuesto a comienzos del s.XIII).

Asimismo, los escritos en romance asturleonés "puro" no muestran con frecuencia unos mismos rasgos morfológicos ni fonéticos en todo el texto, menos aún de un texto a otro; existe una pugna de soluciones fonéticas que no se consolidarán hasta finales del siglo XV y comienzos del XVI en forma de lo que hoy conocemos como castellano o español preclásico:

esto se denomina en filología "vacilaciones lingüísticas", era mayor en asturleonés que en castellano medievales, y es propio de una variedad de lengua que no ha sido normalizada, porque su uso no se ha dado con la suficiente abundancia y profusión y de manera lo bastante unificada con otros territorios que la comparten como para que tiendan a ir imponiéndose unas determinadas formas y usos unitarios más frecuentes y que sean fácilmente reconocibles por cualquier hablante como definitorios de la variedad en cuestión. Esto, por ejemplo, sí tendió a hacerlo el castellano ya casi desde sus primeros escritos medievales conservados, en un proceso de consolidación que se culmina en el siglo XVI. En esta dirección contribuyeron enormemente grandes hitos históricos como la llamada norma alfonsí, elaborada a mediados del siglo XIII por la corte de Alfonso X el Sabio a la par de la adopción del castellano como lengua oficial del reino (en detrimento del latín), lo que fue acompañado a su vez de la elaboración de una abundante obra de carácter enciclopédico en prosa escrita castellana. En contraparte, la lírica de la corte fue recopilada en gallegoportugués.

Compartiremos algunos ejemplos a fin de ilustrar esta falta de unidad propia del asturleonés ya en sus primeros escritos como algo separado del latín:

«In nomine dominj amen. Hio Johan Tomás viendo a vos conviento de Belmonte lumnadamiente a la Caridat, toda mía heredat quanta yo hey en essa villa que laman ambas mestas, nomnadamiente la quarta dela, por todos sos términos antigos, τ con la mía ración toda la(s) covas de la Vega, nomnadamiente de la vega. Viendo a vos conviento suso decho todas estas heredades nomnadas, quanto yo en ellas ey o aver debo por precio numnado 50 morabedis de moneda real τ daquesti precio soe yo bien pagado, nenguna cosa non remanezco.​ E por ende estas heredades que vos yo Johan Tomas a vos conviento de suso decho de bonamiente viendo, des (h)oy en esti día, de mio iur serán alongadas τ en vuestro poderío seran dadas ye outorgadas por iamais, τ fagades delas toda vestra veluntat. Ye si dalguno contra esti mio feyto quier venir tanbien de mia progenia como destraña, seia maldito ya, escomungado del regno de Dios alongado, con Datán τ Abirón que sorbeo​ la tierra vivos con Simón mago τ con Juda el traedor que viendo a nuestro Señor con todos aquestos padesca las penas del infierono τ peyte a vos conviento 100 moravedies τ al Rey outros tantos τ la carta todavía en so rouramento permanesca.»

Traducción:

En el nombre del señor, amén. Yo, Juan Tomás, os vendo a los del convento de Belmonte en un concienzudo acto de Caridad toda mi herencia, cuanta tengo yo en esa villa que llaman Mestas, que equivale a un cuarto de la misma en todo su antiguo término; y toda mi parte de las cuevas de la Vega, no confundir con la propia vega. Os vendo a vosotros, el convento arriba citado, todas las herencias nombradas, cuanto en ellas tengo o pueda tener, por el precio de 50 maravedíes en moneda del reino, y con este precio soy bien pagado, nada me quedo para mí. Por ende, a estas herencias que yo, Juan Tomás, a vosotros convento arriba dicho buenamente os vendo, desde hoy en este día, renuncio por derecho propio y en vuestro poderío sean dadas, y otorgadas por siempre; hagáis vuestra voluntad sobre ellas. Y si alguno contra este acto mío quiere obrar, ya sea de mi progenie como extraña, que sea maldito, excomulgado y del reino de Dios alejado, con Datán y Abirón, que sorbió la tierra, que viva con Simón el Mago y con Judas el traidor, que vendió a nuestro Señor; con todos ellos padezca las penas del infierno, y págueos al convento 100 maravedíes y al Rey otros tantos y la carta aun así, todavía según lo rubricado permanezca.

Principales rasgos lingüísticos

En este texto podemos ver varios ejemplos de vacilaciones lingüísticas, en que a un mismo rasgo etimológico corresponden distintas soluciones fonéticas. Vemos por ejemplo algunas palabras que monoptongan "o" breve latina en "o" donde ya en castellano antiguo de esa misma época diptongarían en "ue", como "covas", "bonamiente", las cuales conviven con otras formas que sí monoptongan en "ue", como "nuestro" o "vuestro", que coexiste a su vez con la forma "vestra". Tendríamos aquí tres ejemplos de un rasgo claramente conservador, de influencia gallega, "covas", "bona" y "vestra", en oposición a dos ejemplos innovadores más cercanos a la solución castellana, "nuestro" y "vuestro". Ello nos sirve como un primer y clarísimo ejemplo de vacilación lingüística típica del asturleonés escrito de los primeros tiempos. Nos puede servir a su vez como pista de cómo es posible que a medida que ha transcurrido el tiempo el habla de una parte del dominio asturleonés ha ido aproximando cada vez más sus rasgos a los del castellano colindante hasta el punto de prácticamente no apreciarse diferencia.

Vemos a continuación que sin embargo se da de forma mucho más consistente la diptongación de "e" breve latina en "ie", que excepto en "rouramento", se mantiene en todos los casos, en ejemplos como "tierra", "quier", "infiérono", "tanbién", e incluso en situaciones donde hoy día no se daría, como en "conviento" (convento), "nomnadamiente" (nombradamente), "lumnadamiente" (lumbradamente), formas todas ellas documentadas en multitud de textos en castellano antiguo. Hallamos, no obstante, la forma diptongada "viendo" (vendo), con diptongación de "e" breve ante nasal en posición implosiva, fenómeno característico del leonés e inexistente en castellano antiguo para las formas verbales "tengo", "vendo" y otras similares. Esta diptongación llega a darse en varios casos incluso en la conjunción "e" (y), que pasa a "ye" para aquellos casos en que en castellano antiguo habría dado a "y", forma que se alterna con la conjunción "e" monoptongada en el texto. Sorprende el hecho de que en "infiérono" parezca mantenerse una forma esdrújula que ni siquiera existía en latín, la cual no sabemos si puede deberse a un error por parte del amanuense o algo intencionado.

Ya en el texto del siglo XIII apreciamos multitud de rasgos fonéticos que no tienen diferencia con el castellano. Vemos, tras la fórmula latina "in nómine dómini, amen" (en el nombre del señor, amén), el uso del arcaico "Hio", como variante gráfica y quizá fonética de "Yo" (pronunciada quizá ora como "ío", ora "hió", ora como "yo", de un modo análogo a como puede ocurrir en español moderno con "hierba" y "yerba"). Esta forma, que procede del latín "Ego", aparece documentada también en castellano, por ejemplo en el Poema del Mío Cid, alternándose con las variantes gráficas "hyo" y "yo". Parece ser que los hablantes medievales consideraban esta "y" inicial como vocal y no consonante, tal vez porque tuviesen conciencia de su origen, o simplemente porque la pronunciaran así, y quisieron indicarlo mediante la adición de una "h-" inicial prostética. Vemos por otro lado la presencia de grupos "mn" en lugar de "mbr" / "nbr" que también se dan en castellano antiguo, en "nomnadas", "lumnadamiente", etc.

Llama la atención la presencia de abundantes diptongos descendentes "ei", "ou" y "ai", rasgo conservador característico del gallego y sólo presente históricamente en las variedades más orientales de asturleonés, que aquí se da en palabras como "outros", "outorgadas", "rouramento", "peyte", "feyto", "iamáis", así como en las formas verbales "hey" (tengo) y "seia" (sea), donde el castellano antiguo se habría decantado por las formas "otro", "otorgadas", "roramento", "peche", "fecho", "jamás", "he" y "sea", respectivamente. Vemos a su vez la prevalencia del grupo semiculto "it" donde el castellano antiguo habría dado lugar a "ch". También llaman la atención dos ejemplos de cierre vocálico de "-e" final en "-i" en los demostrativo "esti" y "daquesti", que sin embargo contrasta con la existencia de muchos otros casos en el texto donde no se aprecia dicho fenómeno, como en "por ende", "nomnadamiente", "lumnadamiente"...

Otro caso de vacilación sería el mantenimiento de la palatal líquida elle para la doble L latina, típica también del castellano e inexistente en gallegoportugués, en palabras como "villa" y "ellas", pero llama la atención que desaparece en el pronombre contracto "dela" (de ella), como ocurriría en gallego. Esta clase de vacilación clarísima de dos soluciones fonéticas distintas para un mismo rasgo etimológico resultaría impensable en castellano antiguo. Vemos por otra parte la ausencia de la palatal líquida elle en posición inicial en sustitución de los grupos latinos cl-, fl- y pl-, en la forma verbal "laman", prevaleciendo la líquida no palatal, rasgo que no solemos ver presente en la mayoría de variedades de bable modernas, y que es inexistente tanto en castellano como en gallego.

Apreciamos la forma "soe" para lo que en castellano antiguo sería "so" (soy), procedente del latín "SVM".

E incluso nos llama la atención el fenómeno de apertura vocálica en "traedor", como recurso fonético para reforzar el hiato y evitar la diptongación tras la caída de -d- latina intervocálica, donde el castellano ha dado a "traidor".

Apreciamos por último algunos pocos casos o vestigios de apócope extrema que también son habituales en castellano antiguo. Entendemos por apócope extrema la caída de -e final en posiciones donde ha acabado conservándose en castellano clásico y moderno. Lo vemos en la forma verbal "quier" en lugar de "quiere", y en "heredat", procedente del latín HEREDITATEM, con ensordecimiento de -d procedente de -T- intervocálica latina como consecuencia de la caída de -e final, rasgo conservado aún en el español hablado en áreas catalanoparlantes como consecuencia de un fenómeno de variedades de contacto. Ambos fenómenos aparecen hartamente documentados en textos en romance castellano medieval.

El asturleonés como habla de transición entre castellano y gallego

Vemos así en el presente texto como uno de los rasgos más característicos de la variedad romance asturleonesa su carácter híbrido y vacilante, de habla de transición entre castellano y gallego, en que se combinan y pugnan entre sí rasgos innovadores y conservadores. Ello nos obliga a aceptar la existencia de un contínuum lingüístico iberorromance ya desde época temprana en la conformación de las actuales variedades romances que va desde el gallego al navarroaragonés e incluso llega a penetrar en los dominios del catalán, variedad meridional del occitano, dado su estrecho contacto con aquellos. Dicho continuo lingüístico se mantendría aún hoy a través de los llamados dialectos históricos arcaizantes del español, es decir, los diferentes bables y la fabla pirenaico-aragonesa.

Todo esto explicaría la escasez de tradición escrita asturleonesa más allá del latín arromanzado tardío, y el que hubiera terminado quedando como un habla o conjunto de hablas locales vacilantes con vestigios leoneses y carentes de una norma escrita unitaria y de la consideración social de variedad de prestigio y lengua escrita.

Lengua versus dialecto

Sumado a esto, el vocabulario propio de los diferentes dialectos asturleoneses que se hablaban en la parte central de Asturias era y es súmamente reducido y totalmente restringido a la vida agrícola y ganadera en el medio rural. En los textos administrativos, jurídicos, filosóficos, científicos y técnicos —y en general cualquiera que trate sobre cuestiones de la vida moderna— las fuertes limitaciones de estos dialectos son especialmente patentes, lo que obliga al uso del castellano estándar para tales ámbitos. Ésta es una de las principales características que diferencia a un dialecto de una lengua.9 Por ello, casi todo el vocabulario del bable que ha normalizado la Academia de la Llíngua Asturiana son palabras cogidas del español a las que les han realizado unas modificaciones ortográficas leves y forzadas (como el uso de la y o la x) especialmente en los sufijos y terminaciones (-u y -us para el masculino en lugar de -o y -os, y para el femenino cambiar -a y -as por-e y -es).

Dicho de otro modo: el castellano es el registro culto y estándar del bable, es el dialecto de koiné que permite a distintos bables entenderse entre sí y que, por otro lado, les permite expresarse con un vocabulario completo en otros ámbitos de la vida que exceden un estrecho y restringido vocabulario relativo a la vida agrícola y ganadera del medio rural cotidiano. No podemos hablar en la actualidad, por tanto, de un idioma bable. Tampoco se puede hablar de un único dialecto bable, o asturleonés, sino de varios.

ARRIBA. Inscripción conmemorativa escrita en lengua mirandesa. La diferencia con el bable "normativo" de creación artificial es evidente. El grado de divergencia léxica y morfológica de esta variedad idiomática con respecto al castellano es rotundo, habiendo generado con el tiempo su propio vocabulario patrimonial: "troixo", "purmeira", "curjidoso", "zmagada", "inda", "prontas" (listas), "meados" (mediados), "miolho" (medio), "retábulo", "cartolinha" y mantenimiento de diptongos en "uo" (nuobas) y de diptongación en "ie" ante para palabras como "tiemplo" y "capielha". También se aprecia cierta influencia más que evidente del portugués, en elementos como el artículo contracto "nua" para "en una", "pula" para "por la", "mais" para "más" tónico, diptongos descendentes en palabras como "pequeinha" y "oubeilha", mantenimiento de "e" final en palabras como "spectacularidade", "cidade" con caida de "u" diptongada, forma "inda" en lugar de "aún" (gallegoportugués "ainda"), diminutivos en "inho/a" y prevalencia de la forma adversativa "mas" en lugar de "pero", amén de la ortografía. Sin embargo, no se trata de sistematizar la diptongación en "ye" para todo el paradigma tónico del verbo "ser", con formas como "era" para el imperfecto.

DERECHA. Placa con nombre de calle bilingüe mirandés-portugués.

El caso del mirandés

Lo que ha permitido que el dialecto mirandés hablado en Miranda del Duero, Portugal, acabe configurándose como lengua de pleno derecho, a diferencia de su correlato bable, es su escasa relación durante siglos con su variante hermana y de prestigio, el castellano, reemplazado por el constante influjo de una variedad lingüística mucho más alejada, el portugués: al haber quedado separado durante siglos del Estado español y del castellano, el mirandés ha acabado por perder todo contacto con el citado continuo lingüístico español a que pertenecía. Por otro lado, las diferencias de este bable con el portugués, resultan mucho más evidentes que con el castellano, lo que facilita que sea reconocido como idioma claramente diferenciado por el conjunto lusohablante.

La absorción de otros romances limítrofes

Un fenómeno análogo a la absorción del romance leonés en formación por el superconjunto español se da no sólo con la mayoría del navarroaragonés, que ha terminado evolucionando en el dialecto maño del español, sino con el "mozárabe" toledano.10 Éstos habrían quedado integrados en su mayor parte dentro del superconjunto hispanorromance central, que englobaría no sólo al dialecto histórico castellano en expansión, sino que integraría numerosos influjos y aportes de estas otras variedades citadas, tales como abundantes arabismos que debieron de entrar en el idioma a través de su contacto con distintos dialectos de romance andalusí meridionales y limítrofes.

¿Qué ha quedado y qué no del asturleonés?

No obstante, existen abundantes pervivencias del citado dialecto histórico asturleonés: gran parte de la población de la zona tiene por lengua materna un castellano con influencias astur-leonesas. A estos rasgos dialectales se los denomina leonesismos. Pero éstos no son ni por asomo tan constantes ni forzados como pretende hacerlos ver y cooficializarlos la llamada Academia de la Llíngua Asturiana. A esto debemos sumar la pervivencia en tales hablas de abundantes arcaísmos presentes también en estadíos históricos del español general o castellano antiguo, y que no son exclusivos del asturleonés. La pervivencia de arcaísmos sería algo lógico si tenemos en cuenta el aislamiento rural de algunas comarcas alejadas de los centros urbanos, en la región montañosa de Asturias. Ocurre que a menudo el hablante de español estándar tanto de Asturias como de fuera confunde la persistencia de varios de estos arcaísmos con la existencia de "un idioma a parte", lo que relaciona automáticamente con el asturiano o bable.

Es por este y no otro motivo que buena parte de investigadores y de la comunidad lingüística ha insistido en considerar al conjunto de estas hablas locales divergentes del castellano estándar bajo la denominación "dialectos arcaizantes". A continuación se muestra como ejemplo un texto escrito en neobable (bable forzado) por el Consejo de Gobierno del Principado de Asturias:

Leyendo el texto anterior en bable se aprecia inmediatamente su fuerte dependencia del vocabulario y la gramática españolas.

En definitiva, el bable no se puede considerar una lengua o idioma desde ningún punto de vista. De hecho, lo que realmente existe o existía no es un dialecto único, sino un conjunto de diferentes dialectos o modismos del español.11

El gallego del oeste de Asturias

Mapa dialectal del gallego, sin incluir el portugués.

A esto cabe añadir asimismo, la existencia en Asturias de toda una franja de territorio occidental, limítrofe con Galicia, galaicoparlante, que cabe no confundir con el bable. Esta variedad de gallego ha sido sin embargo, recientemente, objeto de varios intentos de normalización forzosa por parte de la citada Academia de la Llíngua Asturiana y del gobierno del Principado de Asturias, consistentes en tratar de imponer una variante manipulada de gallego deliberadamente asturianizado o "bablizado" que no es la que se habla ni se ha hablado nunca en esa región, por ejemplo con "u" final para el masculino, "y" en lugar de "ll" para palabras que en gallego autóctono sólo se pronuncian y escriben con "ll", y plurales femeninos en -es inexistentes en la tradición galaicoportuguesa en ninguna de sus variantes dialectales.

La problemática del neobable

La pretendida "normalización lingüística" consistente en la alteración de la realidad sociolingüística sin ninguna base histórica real mediante la imposición del bable inventado y del gallego-asturiano manipulado con bable que ha normalizado la Academia de la Llíngua Asturiana, supone un ataque contra la libertad personal y los derechos lingüisticos individuales de los ciudadanos. Pero además es una grave amenaza para la superviviencia de la fala y de los diferentes dialectos asturleoneses que existen o existían en Asturias y que son, precisamente, lo que se supone que tienen como objetivo proteger tanto el gobierno del Principado de Asturias como la Academia de la Llíngua Asturiana.12

¿Tiene sentido en este contexto la imposición, como pretende el actual gobierno del PSOE de Asturias, del llamado "asturiano" como lengua cooficial en el conjunto del territorio de la Comunidad Autónoma de Asturias? La respuesta es claramente no. Lo primero que cabe preguntarse a este respecto es ¿qué clase de "bable" se va a imponer? Ni siquiera se habla un único bable en las comarcas o territorios donde verdaderamente aún se habla; allí donde lo hace, éste no comparte unos mismos rasgos fonéticos y lingüísticos con el resto de comunidades bablehablantes. Las diferencias entre comarcas pueden llegar a ser mayores que con el castellano. Lo segundo es que este conjunto de bables están muy lejos de ser hablados en la totalidad del territorio asturiano, y no digamos ya leonés. Las grandes ciudades son "monodialectales" en su mayoría, en la actualidad, en castellano estándar, y diversas zonas rurales tabién lo son.

En las comarcas en que realmente se habla alguna variedad de bable no es que exista una situación de bilingüismo entre el castellano y una variedad romance asturleonesa ancestral, sino que por el contrario, este llamado "bable" es la única forma que sus habitantes tradicionales tienen de hablar español, sobre todo en un ámbito rural cotidiano, y según la situación o registro y su grado de instrucción y cultura pueden hacer con mayor o menor éxito un esfuerzo por eliminar algunos de esos rasgos locales de su habla para realizar un patrón de habla más neutra, más cercano al estándar con el que estará asegurado el éxito comunicativo, que es el castellano.

Por ponerlo así, pretender convertir eso en "cooficial" sería comparable a establecer la cooficialidad entre el dialecto arcaico de español de Nuevo México y el español estándar (en lugar del inglés). Para los lectores que desconozcan a qué me refiero: en el Estado de Nuevo México, en Estados Unidos, existe todavía concentrada mayormente en su área norte, así como distritos sur de Colorado, área rural y aislada por un desierto denominado por sus habitantes El Paso del Muerto, una importante comunidad de hablantes de un dialecto arcaico de español que se ha mantenido ligeramente separada del resto del dominio hispanohablante hasta fecha reciente. Dicho dialecto es llamado español neomexicano, y es distinto del español de México que traen las subsiguientes oleadas de inmigrantes. En tal dialecto de español arcaico todavía se utilizan formas verbales en desuso en el resto del dominio castellanohablante, que sólo podemos encontrar hoy en la literatura temprana del siglo de oro español, como "truje" en lugar de "traje" o "vide" en lugar de "vi"; subsisten a su vez ciertas conjugaciones divergentes del estándar fruto de una evolución alternativa, como "huiga" en lugar de "huya" y "seigo" en lugar de "soy", así como otras que se llegan a dar pero son consideradas vulgarismos, como "haiga" para "haya". Son habituales vulgarismos como "naiden" (por metátesis y prevalencia de nasal final de acusativo latina) y la forma arcaica "onde" en lugar de "donde". Persiste la conjugación del pretérito perfecto simple en -ates e -ites (hablates, comites, en lugar de hablaste, comiste), sólo presente aún en judeoespañol y en el habla popular de ciertas áreas rurales de Andalucía (con aspiración de -s final), como por ejemplo en la Axarquía de Málaga. Se puede llegar a mantener f- inicial etimológica latina en palabras donde en español general se ha perdido, como "farina" en lugar de "harina", y puede llegar a aspirarse la f- inicial latina conservada antes de diptongo en "ue", como en "jue" en lugar de "fue". Y se dan ciertos rasgos fonéticos curiosos como la elisión de /y/ en contacto con /e/ e /i/, en palabras como gallina > gaína (forma también típica del judeoespañol), y sello > seio; o la labialización de /n/ en /m/ en realizaciones como "muestro" en lugar de "nuestro", otro rasgo típicamente sefardí.

Establecer la cooficialidad del bable hablado en algunas comarcas junto con el español sería análogo a establecer la cooficialidad entre dicho dialecto arcaico de español de Nuevo México y el español mexicano: ¿por qué, si ya son variantes de un mismo idioma? Un neomexicano se preguntaría "¿y es que acaso lo que hablamos nosotros no es ya español?", idioma del que están bastante orgullosos, como demuestran testimonios en los que se reconocen como "descendientes de españoles antes de que llegaran los ingleses" o "los primeros europeos". Lo sentirían como un insulto, como una forma de minusvalorar su variedad tradicional de habla, de decirles que no hablan español bien, considerándola idioma a parte. Algo similar les sucede a muchos hablantes de bable, que ven lo suyo más como una forma tradicional de hablar típica de su pueblo que como algo a parte del español, que se esforzarán por hablar de la forma más neutra posible en presencia de un forastero.

El tercer problema derivado de la cooficialidad del bable es que el modelo de bable que se pretende imponer a toda la región es una pseudolengua de laboratorio, que exagera determinados rasgos fonéticos de algunas regiones, los cuales cuando se dan ni siquiera se realizan siempre por parte de un mismo hablante en un mismo discurso. Esta neolengua, al ser enormemente dependiente del vocabulario y gramática españoles, trata asimismo de elevar determinadas pronunciaciones descuidadas o vulgares del habla cotidiana que se dan en castellano a la categoría de gramática. Dicho de otro modo, pretende que la forma normal de conjugar el participio en bable sea con terminaciones acabadas en -ao, o con cierre vocálico de -u final -au, e -ío, o que la grafía normal sea eliminar las -d's finales ("Principau" en lugar de "Principado", "verdá" en lugar de "verdad"). Pero esto no es algo característico ni mucho menos exclusivo del bable, sino de cualquier habla vulgar, descuidada o relajada dentro del propio español, y desde luego, no es algo exclusivo de la región de Asturias. ¿Cuál es el objetivo de elevar dicho fenómeno al plano gramatical? La respuesta no es otra que la de diseñar una gramática artificial, explotando pequeñas diferencias mínimas y generalizándolas para tratar de justificar la existencia de un idioma. Lo cual encierra un gran desconocimiento de la lengua y de la realidad sociolingüística histórica y presente del lugar, el cual acompañan de prejuicios lingüísticos.

Consecuencias directas de la hipotética implantación del neobable

Muestra de la total dependencia gramatical y léxica del pseudobable "normativo" impuesto por la Academia de la "Llingua" Asturiana con respecto al castellano, en un ejemplo de cartelería "bilingüe" implantada, previa cooficialización, por el gobierno del Principado de Asturias. Las frases son las mismas y sólo se diferencian mediante la transcripción gráfica de vulgarismos que ya aparecen recogidos en el idioma español en una pronunciación relajada, descuidada o vulgar, haciendo que dicha "cooficialización" pierda sentido, al no haber ningún idioma diferente y real de por medio, sino tan sólo un juego de palabras o galimatías gráfico-fónico.

Esto se traducirá en la práctica si se lleva a término en que veremos escritos letreros en las carreteras donde una misma frase aparezca en castellano estándar, y aparezca duplicada debajo mal escrita. ¿Si no se escribe dicha frase mal en castellano, por qué habría de hacerse en bable?, cuando ni siquiera en textos antiguos aparecen recogidas tales formas.

Por otra parte, se tratarán de hacer pasar arcaísmos recogidos en el propio idioma castellano, como la forma "fer" por "hacer" (documentada en Gonzalo de Berceo), o el desdoblamiento del futuro en perífrasis "haber de" + infinitivo invertida ante la presencia de un pronombre enclítico ("fer lo hemos" o "imos lo fer" en lugar de "lo haremos") como algo supuestamente definitorio y exclusivo de otro idioma, que ni se sabrá bien cuál es.

Todo ello dará lugar a un modelo de enseñanza viciada. Continuamente se enseñará a los alumnos en la escuela que es correcto y lícito escribir las cosas acabadas en -ao / -au o sin -d's finales, formas que continuamente encontrarán recogidas en libros de texto, generándoles una enorme confusión y contaminando su dominio escrito del castellano. Se repetirá continuamente dichas formas en medios televisivos regionales. Todo ello no conduce más que a la deformación del idioma.

¿Cómo se pueden preservar las variedades tradicionales de bable sin caer en esto?

Cabe diferenciar, primero, aquellos bables cuyo grado de diferencia con el castellano sea tan grande que se puedan considerar lenguas latinas independientes, de pleno derecho, como podría serlo el mirandés, de aquellos otros muchos bables que no son más que castellano con algunos rasgos fonéticos y morfológicos distintivos o arcaizantes en ciertas palabras, pero que carecen de una gramática distintiva propia y cuyo vocabulario específico es limitado, restringiéndose al ámbito agrícola y ganadero del medio rural.

Si se quiere verdaderamente defender y promover la prevalencia de cualquiera de estos dos tipos de hablas tradicionales de bable, ya sean lenguas neolatinas divergentes, equiparables al gallego, o dialectos arcaizantes de influjo asturleonés dentro del español, que todavía subsistan y sean practicadas en las comarcas y zonas rurales donde sí cuentan con hablantes y son reconocidos como seña de identidad del lugar por ellos, lo que se tiene que hacer es enseñar su existencia y uso en las escuelas en aquellas comarcas donde se practiquen, explicar su origen etimológico y promover su estudio como parte de los planes de enseñanza de dichas comarcas, diferenciando de manera minuciosa cuándo son mero dialecto del español y cuándo han adquirido con el paso de los siglos el grado de distinción objetivo propio de una lengua. En aquellos casos en que sí estemos ante idiomas separados, se debería implantar el bilingüismo con ellos únicamente en la región donde se hablen realmente. Y si se quiere, por añadidura, se podría enseñar la existencia de todo ello y sus características en el resto de la Comunidad Autónoma como si de un mapa dialectal se tratase: los alumnos de la Comunidad han de ser conocedores así de la realidad pluridialectal o incluso plurilingüe de Asturias, en que coexisten el castellano, como lengua común, el gallego en la franja occidental, y distintos bables, algunos idiomas de pleno derecho y la mayoría meros dialectos del español fruto de la hibridación entre dialecto histórico latino asturleonés, castellano y en ocasiones gallego. Se podrían incluir unidades didácticas dentro del plan regional de la asignatura de lengua castellana que impliquen el conocimiento y familiaridad con las distintas variedades de bable que sean dialectos del propio español, y que aún prevalecen a lo largo del antiguo dominio asturleonés. Todo ello teniendo en cuenta que hay un continuo lingüístico y que en ocasiones la frontera entre lo que es dialecto y lo que es idioma no siempre estará tan clara.

Se podrían llevar a cabo campañas de concienciación a través de los medios audiovisuales que en lugar de disuadir a los hablantes naturales de estas hablas de emplearlas, los animen a hacerlo y a sentirse orgullosos de ellas dentro de aquellos contextos y ámbitos en que no sea un sinsentido su uso: no tiene sentido que alguien utilice un bable demasiado divergente e incomprensible, si viaja a Andalucía o Madrid, o que utilice vulgarismos como "toles mañanes" por escrito o al impartir una conferencia universitaria aunque ésta se entienda cuando de forma instintiva tendería a no hacerlo. Sí tiene sentido, por el contrario, no avergonzarse del uso de estos rasgos de habla en ambientes distendidos, del mismo modo que los hablantes de Andalucía no se avergüenzan de hablar con acento andaluz, pero tienden a eliminar rasgos extremos como el "jejeo" o la aspiración de "h" inicial procedente de "f" en un ámbito formal o académico (no diciendo "ajogarse" ni "estoy un poquito jarto"), lo que se llama cambiar de registro. Se haría ver a estas comunidades que dichos rasgos de habla son lícitos siempre que resulten naturales, no sean forzados y se sepa cambiar de registro en aquellas situaciones que requieran del uso de una forma de español más neutra (como podría ser la redacción de un artículo científico, la realización de un doblaje de película, de una presentación de informativo televisivo o de una conferencia universitaria, o una mera intervención en una red social como puede ser youtube o facebook dirigida a un público universal y más variopinto, no localista).

Se trata de promover la competencia lingüística y que el hablante natural de bable sea capaz de cambiar en cualquier momento de registro sin tener por ello que renunciar a sus rasgos ancestrales de habla en contextos más distendidos, exactamente lo que sucede con dialectos innovadores de español como el canario, el cubano o el andaluz. Este modelo lingüístico es mucho más respetuoso con la realidad sociolingüística de la región y menos demagógico y maniqueo que inventarse un idioma exagerando y potenciando las pequeñas diferencias para hacerlo parecer otra lengua, imponerlo en toda la jurisdicción del gobierno autonómico y dedicar abultadas partidas presupuestarias a la implantación de tal política lingüística generando toda una burocracia en el proceso de gente "experta" en hablar utilizando esa especie de "neolengua" inventada o galimatías lingüístico, lo que daría lugar a una abundante red clientelar y de intercambio de favores en torno a gente que viviría de ello, aportando al partido gobernante que la desarrollara un más que evidente rédito electoral y político.

Desde este medio, comprometido con la difusión y defensa de la lengua, no podemos sino denunciar esta clase de atentado idiomático.

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Fuentes y citas bibliográficas:

1 "Dialectos históricos", RinconCastellano.com

2 "la fonética, la fonología y la morfología del andaluz están infinitamente más lejos del castellano que la fonética, la fonología o la morfología de los dialectos históricos (leonés, aragonés). Entonces, ¿sería lícito dejar de hablar de dialectalismo por el hecho de que la lengua madre sigue existiendo? Creo que no. A lo más, habrá que pensar en la existencia de dos tipos de dialectos: unos de carácter arcaico (leonés, aragonés), otros de carácter innovador (hablas meridionales, español de América). No se me ocultan las imperfecciones de la terminología, pero creo que, en esencia, los dos dialectos del Norte son de tipo arcaizante porque la justificación de sus modalidades es anterior al momento en que el castellano se impuso como lengua nacional, mientras que los de carácter innovador se explican tan sólo como evoluciones del castellano. Si hacemos la gramática histórica del leonés o del aragonés, llegaremos al latín (y eventualmente al celta o al ibero); si trazamos la del murciano o la del canario, descubrimos el castellano. Queda aparte el judeo-español: tiene toda una serie de rasgos de los dialectos innovadores (seseo, yeísmo, pérdida de s final), mientras que posee, también, gran cantidad de elementos arcaicos. Y es que se trata, antes que nada, de una etapa fósil del castellano, sobre la que han -o no- actuado diversos factores internos y, en menor medida, externos." Manuel Alvar. "Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas", Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

3 Ramón Menéndez Pidal. El dialecto leonés (Edición conmemorativa con relatos y poemas en leonés), El Búho Viajero, 2006. ISBN = 978-84-933781-6-5.

4 "Obviando algunas de las dificultades, podemos considerar que un dialecto tiene una variedad interna mucho mayor que la de una lengua, tienen poca unidad interna, carecen de autonomía normativa y sus funciones están mermadas. Dicho de otra forma, dos hablantes de bable pueden no llegar a entenderse porque no hay reglas que dirijan a los hablantes, lo cuales usarán ese dialecto en ámbitos reducidos y a pequeña escala ya que estarán faltos de muchos instrumentos lingüísticos que les permitan una completa comunicación." Paul Bitturnet. "Los dialectos históricos", LenguasdeFuego.net

5 Ramón Menéndez Pidal. Orígenes del español, Madrid, Espasa-Calpe, 1926.

6 "La afluencia de godos rodriguistas, huidos de la invasión musulmana, no pudo naturalmente ser bastante numerosa para cambiar en mucho las corrientes lingüísticas indígenas [de Asturias], así que la primitiva fermentación románica pudo desenvolverse en cada pequeña comarca sin trastornos uniformadores. Dentro del reino leonés, Asturias se destaca como la región de más rica pura individualidad lingüística; su dialectalismo es mucho más complejo que el de cualquier otra región española, incluso el Alto Aragón". Menéndez Pidal. El idioma español en sus primeros tiempos, Madrid, Espasa-Calpe, 1942.

7 Manuel Alvar. "Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas", Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

8 "La frontera se entrecruza con la del gallego-portugués, por lo que son abundantes los rasgos que tomó de éste. Es un dialecto arcaizante que se diferencia del castellano puro y tiene numerosos préstamos e influencias de los dialectos gallegos orientales." "Dialectos históricos", RinconCastellano.com

9 "La lengua entre el Eo y el Navia y su manipulación nacionalista", PalaciodelasNogueiras.es.

10 "Aun siendo también sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región." "Español", Diccionario panhispánico de dudas.

11 "La lengua entre el Eo y el Navia y su manipulación nacionalista", ibid..

12 Ibid..